El Siglo de Torreón: 18 December 2019
Numerosas víctimas de diferentes países asiáticos han sido contabilizadas por lo menos 20 años
Activistas y familiares de desaparecidos forzados denunciaron este martes en Bangkok la impunidad con que este crimen se comete en el sudeste asiático, donde hay decenas de casos sin resolver en medio de un ambiente de “miedo”.
Así lo expresaron en una conferencia sobre desapariciones forzadas celebrada con motivo del séptimo aniversario de la desaparición del activista laosiano Sombath Somphone, que continúa en paradero desconocido desde que fue detenido en un control policial en diciembre de 2012 en Vientián.
Ng Shui Meng, la esposa de Sombath, denunció la falta de transparencia y la desinformación por parte de las autoridades laosianas, así como su estrategia de acoso a los amigos y familiares de su marido.
“Yo no tengo miedo, pero tengo que deciros que mi familia tiene miedo, mis amigos tienen miedo”, dijo Ng en el evento organizado por la Federación Internacional para los Derechos Humanos (FIDH) en el Club de Corresponsales Extranjeros de Tailandia.
Ng explicó que policías de paisano amedrentan a sus vecinos cuando organizan ceremonias en la capital laosiana para recordar a Sombath, que lideraba una organización para promover el desarrollo rural, y además diseminan rumores para achacar la desaparición del activista a un asunto privado.
Según las imágenes registradas por cámaras de seguridad, Sombath fue visto por última vez el 15 de diciembre de 2012 en un control policial donde un agente le dio el alto y le obligó a subir a otro vehículo.
La tailandesa Angkhana Neelapaijit, directora de la ONG Justice for Peace Foundation y galardonada con el prestigioso premio Ramon Magsaysay, afirmó que Tailandia y otros países de la región deben ratificar la convención de la ONU contra la desaparición forzosa de personas e introducirla en sus códigos penales.
El marido de Angkhana, el abogado Somchai Neelapaijit, desapareció en 2004 después de que, según varios testigos, cuatro policías le obligaron a entrar en un coche en Bangkok, aunque un tribunal tailandés absolvió a los agentes en 2015.
El pasado agosto, un refugiado laosiano, Od Sayavong, desapareció en Bangkok, mientras que otros activistas tailandeses críticos con los militares han desaparecido en los últimos años en Laos y en Vietnam.
Los cadáveres de dos de estos últimos, exiliados en Laos, aparecieron en la orilla tailandesa del río Mekong en diciembre de 2018.
Phil Robertson, subdirector de Human Rights Watch en Asia, denunció que, desde el golpe de Estado de 2014, Tailandia ha deportado a miembros de la perseguida minoría uigur a China, al tiempo que activistas tailandeses desparecen en países vecinos.
“Tailandia no es ya un lugar seguro para disidentes, activistas y refugiados”, sentenció en la conferencia en el Club de Corresponsales Extranjeros de Bangkok.
Se estima que hay al menos una veintena de víctimas de desapariciones forzadas en Laos desde los años 70, mientras que los casos ascienden a más de 80 en Tailandia desde 1980.
La desaparición forzada es un delito definido por la ONU como la detención “contra su voluntad” de personas por parte de agentes gubernamentales o con apoyo gubernamental que luego ocultan su paradero con el fin de evitar que les proteja la ley.